viernes, 20 de marzo de 2009

Linterna 2010

Todavía no lo puedo creer, no sólo la versión cinematográfica de mi personaje favorito de historietas, Linterna Verde, ya es un hecho y tiene fecha de estreno (17 de Diciembre de 2010) sino que además el director encargado de darle vida a este policía intergaláctico es nada menos que Martin Campbell (Casino Royale). Ojalá sea un caño la peli.

Y ya que estamos, como todavía no se eligió quién encarnará a Hal Jordan (algunos rumorean a Chris Pike, el nuevo Capitán Kirk) yo pongo mi voto por Josh Duhamel (Las Vegas, Transformers). Vean sino el parecido:


















lunes, 2 de marzo de 2009

El monstruo que vivía debajo de la cama

Este es el primer cuento que escribí en el taller de Alberto Laiseca, espero que les guste:

Debajo de mi cama vive algo extraño. No sé qué es pero por las noches, antes de dormirme, me susurra. Me habla al oído pero no lo siento cerca, por las cosas que dice parece conocerme pero tiene una voz extraña, rasposa y vieja.

Nunca lo puedo ver, cuando me habla siento que está directamente debajo mío pero si me fijo, debajo de la cama no hay nada. Si cierro los ojos es peor, a medida que me habla sus enormes brazos peludos se entrelazan en un nudo del cual me es imposible escapar.

Vuelvo a abrir los ojos y lo sigo escuchando. Mis gritos no lo ahuyentan, prender la luz no sirve de nada, él sólo se queda ahí, debajo de mi cama susurrando, hablando por lo bajo, a veces levanta su voz, pero el mensaje es siempre el mismo.

Sus palabras son un murmullo inaudible, pero siempre me queda una sensación de depresión casi imposible de superar. Su murmullo socava mi fuerza de voluntad, me hace sentir inservible, por las noches no me deja dormir, mi miedo a ser atrapado por esos gigantescos y horribles brazos peludos es cada vez mayor. Hay noches en las que intento no ir a la cama y quedarme despierto pero, en medio del silencio abrumador de mi casa, siento un extraño llamado que me urge ir a acostarme. Es más apagado que la voz del monstruo pero es increíblemente tentador.

De todas formas, hoy se termina, esta noche lo enfrento y lo destierro de mi dormitorio de una vez por todas. Ya estoy harto de que esta porquería me quite la voluntad, las ganas de hacer cosas. Hoy digo basta, basta de quedarme en casa todo el día, basta de estar acostado mirando la tele mientras siento que muy por lo bajo la bestia se sonríe.

Ya se acerca la medianoche, mis ojos no dan más, me muero de cansancio, lo único que quiero es desplomarme sobre mi cama. Esa cama que se fue transformando en un lugar extraño en donde dormir es casi imposible. Esa cama que alberga algo terrible, sombrío. Esa bestia que me atormenta noche a noche. Sin embargo, esta noche sólo quiero estar ahí, sacarme esa cosa de encima y volver a dormir como Dios manda, volver a soñar apaciblemente y despertar a la mañana sintiéndome renovado.

Me quedo parado en la puerta del dormitorio, mi respiración se hace cada vez más pesada, mi corazón está por explotar, tengo un peso en mi pecho que me hunde, no me deja avanzar, pero aún así voy hacia la cama. Me acuesto y apago la luz del velador. Cierro mis ojos y me envuelvo en la oscuridad, me concentro en el sonido de mi respiración, el único sonido que se oye en el dormitorio. La espera se hace eterna, parece que pasan horas entre una exhalación y otra. Espero y espero y no aparece nada, no oigo nada. De a poco comienzo a quedarme dormido, mi respiración se hace cada vez más profunda, cada vez más relajante y logro dormirme.

Pero ese breve momento de calma no dura mucho. Desde muy lejos comienzo a sentir ese maldito murmullo y mi corazón comienza a latir salvajemente. Los gigantescos y peludos brazos de ese monstruo sin nombre se entrelazan sobre mí y su áspera y vieja voz comienza a raspar mis oídos. El murmullo es constante y cada vez más fuerte. Intento forcejear pero me es imposible, la fuerza de sus brazos y el efecto que su voz tiene sobre mi voluntad son una combinación muy poderosa. De a poco me voy calmando y me dejo llevar por su voz. Siento que mi voluntad desaparece de a poco, que todo lo que me hacía feliz ya no me resulta atractivo. La amargura me inunda y sólo puedo permanecer inmóvil en mi cama. Mi deseo se consume hasta desaparecer. En un último intento de rebeldía quiero gritar hasta quedarme sin voz pero no puedo, lo intento pero sólo logro abrir la boca. Finalmente dejo de probar, dejo de resistirme y me quedo quieto, mirando el techo sin poder hacer nada.